A unos 25 minutos, caminando desde el centro, te encontrarás con la iglesia de Michaelis y el barrio portugués. Si de pronto te encuentras viendo a una especie de catedral hecha con ladrillo rojo: ¡has llegado!
Además del bonito jardín que existe entre los deliciosos restaurantes, podrás encontrarte con algunos comercios en donde comprar una cerveza o un helado. Por ello, si hace sol, concédete 5 minutos para sentarte sobre la hierba, valdrá la pena.
Como también se encuentra cerca de la Reeperbahn o Sternschanze, este barrio supone un excelente principio de noche. La fórmula es sencilla: primero una rápida visita cultural a la iglesia - con su maravillosa torre- y después una cena con los portugueses.
Decir exactamente cuando fue construida es complicado.Su aspecto final es de 1906 y al contrario de lo que puedas pensar, no fue destruída en la segunda guerra mundial, pero sí lo fue dos veces antes. Así es, su llamativo ladrillo rojo sufrió dos importantes incendios (en 1750 y 1906) que la destrozaron, obligando a una reconstrucción. Por lo visto el arcángel San Miguel se divierte enviando rayos a su tejado.
La ¿Catedral? ¿Iglesia? presume de ser la más importante del barroco del norte de Alemania (lo que quiera que sea eso) y su reloj es visible desde varios puntos desde la ciudad. Si bien resulta algo insípida por no disponer de vidrieras, la estatua del Arcángel san Miguel (el de la cerveza) matando al demonio sí hará que te pares un minuto a sacar una foto. Después de eso, mejor será que entres.
Aparte de la torre, si hay algo que llama la atención del edificio es su increíble órgano. No hace falta ser un virtuoso de la música para que los millones de tubos dorados que ocupan las paredes te impresionen. Sentarse en uno de sus bancos y mirar tanto las columnas, como la cúpula o el techo es realmente llamativo.
Si tenemos en cuenta que la religión mayoritaria del norte de Alemania es protestante, el aspecto interior resultará llamativo para una persona católica. Los contrastes del color dorado con el fondo del color más blanco que he visto en mi vida, conforman una decoración simple pero bella. Adicionalmente, los puestos con esclaleras y el altar muestran algunas diferencias.
La torre: Entrar en la catedral es gratis, en la torre no. Si bien el arcángel Miguel no percibe beneficios por ir a su casa, el subir a su torre cuesta 5€ , lo podrás hacer hasta las 20:00 en los meses de primavera y verano, pero sólo hasta las 18:00 en los otros casos. Guarda 5€ para visitar esta torre, no podrás irte de Hamburgo sin hacer turismo por aquí.
Desde que la Elbphilarmonie ha terminado de construir su fachada, la vista todavía se ha vuelto más deliciosa. Tanto el ver el puerto con el musical del rey León, como mirar para el otro lado con Hamburgo perdiéndose por el horizonte, te sacará una bonita sonrisa. A modo de información también encontrarás panfletos y postes informativos (de esos que casi no se pueden leer) sobre lo que estás viendo. Así que dedícale un poco de tiempo para saber un poco más de la ciudad
Obviamente, en un lugar como este, te encontrarás a mucha gente y sufrirás también con el viento - intenta ir durante el verano. También disponen de uno de esos maravillosos ascensores que son capaces de subir muy rápido y que al final te dejan pitando los oídos así que por favor, que no se te ocurra subir andando, sin embargo en el caso de la vuelta ya es más razonable bajar.
En la vuelta - si has seguido mi consejo de bajar por las escaleras- podrás ver las características y la maquinaria del imponente reloj que se ve desde toda la ciudad. Siempre me llamó mucho la atención ver las dimensiones de la esfera y de los punteros, especialmente el saber que el minutero es más alto que yo.
Si existe un barrio en donde se puede respirar un ambiente latino, es el barrio portugués. Allí podrás cenar delicioso pescado, comer grandes pizzas italianas o incluso saborear un buen Rodizio (para eso ve con la cartera preparada).
En la década de los 70, muchos de los inmigrantes portugueses llegaron a este barrio animados por los bajos alquileres y la proximidad a la zona de trabajo, el puerto. Al poco de su llegada, con la que también vinieron españoles, se empezaron a abrir restaurantes típicos y también pastelarias que permanecieron hasta el día de hoy. Los paseos durante las tardes soleadas por este barrio, te contagiarán no sólo de hambre, sino también de la alegría del carácter latino.
Aparte de los ya mencionados restaurantes portugueses con sus correspondientes terracitas en la acera ¿maravilla eso de las terracitas, verdad?, es posible también encontrar algún restaurante español y alguno más concretamente gallego. También es posible encontrarte con algún sofá Bar donde tomarte cócteles y charlar.
Por último cabe indicar que si bien es un barrio bonito, bohemio e incluso lujoso, los precios de las comidas no son especialmente caros. Un plato lo podrás tener por alrededor de 10€ con el encanto marca Hamburgo.
Además de todo lo mencionado, en este barrio de Hamburgo también se hallan edificios modernos ocupados por empresas de renombre internacional o pequeños edificios históricos.
Debido a su moderna adaptación de la fachada típica de Hamburgo, resulta llamativa la sede de Gruner + Jahr, que es la editora de revistas como National Geographic o el renombrado periódico Stern.
Este edificio conecta la estación de Baumwal (U3) con el jardín de St.Michaelis. Su aspecto (futurista de los años 70, como le llamo yo) no pasará desapercibido.